Debemos perder el miedo al fracaso.
En España, sólo el 33% de la gente que monta una empresa y la tiene que cerrar lo vuelve a intentar; en Francia es el 50% y en USA el 80%, cuando los estudios dicen que de media hay que montar 3,8 negocios para rentabilizar uno.
¿Tiene sentido?
Todo el del mundo. Las cosas casi nunca salen bien a la primera, ni la segunda, y muchas veces ni a la tercera. La experiencia es muy importante en todo y la experiencia siempre está asociada al error.
¿Escuece? Sí, y a veces mucho.
¿Hay otra alternativa? Sinceramente no la conozco. Así que la receta está clara: fracasa pronto para tener éxito rápido.
No es casual que Robert Kiyosaki, uno de los personajes incluidos en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 8ª edición), dijese: «Los ganadores no tienen miedo a perder; los perdedores sí. El éxito es un proceso y el fracaso forma parte de él. La gente que evita el fracaso sin darse cuenta también está evitando el éxito».
Para triunfar hay que valiente; para ser valiente hay que arriesgar; y para arriesgar hay que tener tolerancia al fracaso y al error. La calidad siempre es hija de la cantidad. Las cosas salen bien después de haber pegado muchos tiros. En cualquier ámbito –música, tecnología, arte–, alrededor del 10% de las personas son responsables del 50% de las creaciones. Cuando se intenta explicar el elevado grado de concentración de las innovaciones se llega a la conclusión de que existe una fuerte correlación entre producción y éxito.
Dean Keith Simonton en Origins of genius (1999) escribe: «Los innovadores no producen porque tengan éxito sino que tienen éxito porque producen». Algunos ejemplos concretos de esta correlación entre producción y éxito. Al hablar de Pablo Picasso se citan algunas obras suyas como Las señoritas de Avignon o El Guernica, cuando tiene más de 20.000 piezas. De los grandes genios de la música, Mozart o Bach , por ejemplo, sólo se toca alrededor del 35% de sus composiciones cuando el primero tiene más de 600 creaciones y el segundo más de 1.000.
A Thomas Edison se le conoce por la bombilla, pero registró más de 1.000 patentes; y Freud, además del psicoanálisis, tiene 3.000 publicaciones escritas con descubrimientos. Como dijo Linus Pauling, Premio Nobel de Química en 1954: «La mejor forma de tener una buena idea es tener muchas ideas».
Errar y aprender son dos caras de la misma moneda. Es necesario fomentar una cultura del error donde la relación con el fallo sea más amable. Los momentos fuertes de aprendizaje tienen mucho que ver con los tropiezos. En las empresas, en las escuelas, en nuestra vida diaria, hay demasiada presión por acertar, y eso merma nuestras posibilidades de éxito y desarrollo, al movernos exclusivamente por nuestra zona de confort, algo que sin dudas es cómodo pero poco rentable. En Tu futuro es HOY (Alienta, 2ª edición) recogemos las palabras que el escritor uruguayo Eduardo Galeano decía en una conferencia: «Si me caí era porque estaba caminando, y caminar vale la pena aunque te caigas».
No es casual tampoco que Wayner Gretzky, famoso jugador de hockey hielo, lo expresase así: «Fallas el cien por cien de los tiros que no haces».
El éxito tiene un alto componente de perseverancia: hay que fallar cien golpes en la herradura para acertar una vez en el clavo. El arte de vencer se aprende siempre en las derrotas. El Mariscal Turenne apuntaba: «Es preciso haber sido derrotado dos o tres veces antes de poder ser alguien». De derrota en derrota hasta la victoria final. Debemos perder el miedo al fracaso.
La palabra fracaso debería estar prohibida del diccionario. El fracaso no existe, tan sólo existen las lecciones de la experiencia; algo desconocido que necesitábamos aprender para posteriores desafíos certeros.
Ya sabes: si quieres tener más éxito tienes que fracasar más.
Este articulo es una verdadera joya. Deberían leerlo todos los «emprendedores» y, en general, a todos nos debe servir de motivación para entender cual es la clave del éxito. Para que no nos extasiemos con la lectura de libros de autobiografías donde solo se habla de los éxitos, como si para llegar a éstos no se hubiesen tenido muchos «fracasos».
¡Muchas gracias, Héctor, la verdad que contar con autores como este señor en nuestras filas nos hace sentir muy orgullosos. Si te interesa el tema te recomendamos la última entrevista del blog, a Richard gerver, que también habla del miedo a emprender, ésta vez poniendo el foco en la educación que recibimos de niños:
http://masmovilidad.com/2015/06/23/creemos_una_cultura_donde_asumir_riesgos_sea_positivo/.
estoy completamente de acuerdo contigo Hector Lantigua que no nos muestren solo los éxitos de las personas, pues, nos harían creer que desde el primer intento lo lograron,son seres supriores ypor ende no somos lo suficientemente capaces de avanzar si hemos fracasado
¡Muchas gracias por tu comentario, Nelson. Está claro que cuando nos cuenten un caso de éxito empresarial, nos deberían contar las veces que se fracasó antes de lograrlo. De esta manera las experiencias serían mucho más inspiradoras y servirían para aprender. Debemos darnos cuenta que el fracaso no es una derrota, sino una experiencia y un aprendizaje. ¡ Buenos días!