Vendedores en tierra de nadie

Hay vendedores a los que la crisis depositó suavemente en tierra de nadie.
Allí se pueden ver gatitos esperando a que mamá gata los coja del cuello y los salve, monitos que para salvarse se aferran al peludo lomo de su salvadora madre, y tontitos que ignoran el territorio que habitan, por lo que no se plantean salvación alguna. Así es la vida: unos yacen, otros hacen.
Los vendedores tontitos son fáciles de identificar forestalmente:
1º) Se van por las ramas para distraer la atención. Y lo logran. Tanto distraen la suya propia que son incapaces de volverse por las mismas ramas que se fueron.
2º) Cambian de árbol. Y lo hacen de forma tan drástica y desconcertante que el cliente acaba solo, sentado en una rama del árbol de origen con las piernitas colgando, mientras el tontito lo observa incrédulo desde el árbol de destino preguntándose qué hace ahí ese imbécil todavía.
3º) Pasan sus días arrumbados a la sombra del árbol de la vergüenza ajena que provocan, a punto de ser devorados por los gusanos del progreso, sobrados de consejos para dar, creyendo dar ejemplo, dando pena.
Yo, como profesor, soy mona, no gata. Visito la tierra de nadie para recoger alumnos. Mañana pasaré por allí sin detenerme. Tú verás.
Buenas noches.
Comparto con los lectores mi alegría por la publicación de mi último libro: “SELLINGROWTH – MANUAL DE VENTAS” en la iBooks Store.
Pablo Puszczalo