¿Y si nos sumamos a la productividad?
España es uno de los estados occidentales con más baja productividad. O, dicho más crudamente, nuestro rendimiento por hora trabajada es de los más bajos de los países de nuestro entorno. Sea cual sea el ranking de productividad que tomemos –ya sean datos de organismos oficiales o de escuelas de negocio- en todos ellos sacamos mala nota.
Por otra parte, España es uno de los estados occidentales donde más horas se trabaja.
Resumiendo: que para conseguir los mismos resultados, o incluso peores, que otros países de nuestro entorno, necesitamos invertir más horas. ¿No te parece que algo estamos haciendo mal? Si tomamos los países con mayor desarrollo, observaremos que sus jornadas laborales son más cortas, como Holanda, Bélgica, Alemania y los Países Nórdicos. Más cortas, sí, pero mejor aprovechadas.
Por tanto, la evidencia muestra que productividad y horas trabajadas no están correlacionadas.
¿Con qué está correlacionada la productividad, entonces? Parece una pregunta difícil, aunque solo en apariencia. En realidad es mucho más fácil responderla. Otra cosa distinta es que tengamos el coraje para afrontar la respuesta.
Permíteme que antes te dé una información interesante…
Según diversos estudios, las medidas de conciliación laboral más valoradas por los trabajadores son la flexibilidad horaria y el teletrabajo. Al integrar mejor la vertiente personal y la profesional, la motivación personal aumenta. Algunos datos: según la Universidad de Wisconsin, una mente positiva es un 31% más productiva que una negativa o neutra; según la Universidad de Harvard, los empleados satisfechos con roles comerciales consiguen un 37% más de ventas que el resto de la plantilla; y los días de baja por enfermedad descienden a más de la mitad. Más datos: un informe que el gobierno británico encargó a un grupo de expertos sobre la motivación en el Reino Unido (Informe MacLeod-Clarke) concluyó que un empleado implicado genera un 4% más de beneficios para su compañía. ¡Imagínate si ese empleado es un directivo!
Y que un 67% de los empleados que se sentían comprometidos con su empresa la recomiendan a su entorno y además presentan menos bajas laborales, en concreto pasaban de 6 días anuales de media a 2.
El informe identificó que el coste anual para la economía británica debido a baja productividad por falta de compromiso era de 60 mil millones de libras, ¡más de 80 mil millones de euros!
Interesantes datos, ¿verdad? Pues algo tenemos que hacer con ellos, porque simplemente sorprendernos no nos ayudará. Una visión sin acción es solamente ilusión.
La mayoría de nuestras empresas están inmersas en la cultura de la presencia, contraria a la flexibilidad horaria y al teletrabajo. Es evidente que ‘estar sentado’ no es lo mismo que ‘estar rindiendo’. Habrá días en que necesitemos trabajar más horas y días en que menos, y momentos en que sea necesaria nuestra presencia en la oficina y otros muchos en que no.
¿Por qué no ajustamos nuestra presencia en el puesto de trabajo a la necesidad real? Nos sentiríamos profesionales de verdad. Nuestros índices de productividad aumentarían porque le dedicaríamos al trabajo el tiempo necesario para los estándares de calidad que se nos exijan.
Por tanto, eliminemos el presentismo. Aumentaremos la motivación y el compromiso.
Según estudios realizados recientemente, los empleados que logran un buen equilibrio entre vida familiar y laboral aumentan su productividad en un 65%. La cultura empresarial siempre circula ‘top-down’, de arriba abajo, nunca al revés. O,sea, solo desde arriba se consiguen los cambios importantes. Si los jefes no son los,primeros en dar ejemplo, no servirá de nada. Los colaboradores seguirán quedándose en la oficina hasta que el jefe se marche, como suele ser corriente en las empresas.
Propongo comenzar por lo más simple:
Primero, eliminar el control horario de aquellospuestos de trabajo en que la presencia no sea imprescindible. Hay más de los que a priori puedas pensar, sobretodo en el entorno de oficinas.
Segundo, buscar fórmulas para el teletrabajo. Hoy en día no hay ninguna limitación tecnológica para ello.
Tercero, sustituir la mera supervisión del trabajo por un sistema de evaluación de objetivos, que es más amplio y potente porque incluye supervisión, feedback y consecución.
Inciso: no me vale que me digas que en tu empresa ya disponéis de un sistema de evaluación de objetivos. Pregúntate si tenéis objetivos o subjetivos. Y pregúntate si sabéis dar feedback. Cierro el inciso.
A ser posible, instaura una retribución variable en función del desempeño personal y del beneficio empresarial. Es decir, en función de aspectos individuales y de aspectos generales -estos últimos sirven para no perder de vista la realidad de tu empresa en el mercado-.
En definitiva, que ya no se valorará el tiempo de ‘calentar silla’ sino los resultados obtenidos. Como has visto en los datos que te he dado, lo más probable es que el beneficio empresarial aumente, así que destinar una parte de él a pagar las retribuciones variables no será gravoso para los números de la empresa.
Quizá pienses que se trata de un escenario ideal para los empleados que ni están ni quieren estar comprometidos, ya que nadie les controlará. Ten en cuenta que sí existirá control, a través del sistema de evaluación de objetivos -siempre y cuando esté bien articulado, para lo cual te recomiendo que te dejes ayudar por alguna consultoría experta-. Si al fin y al cabo consiguen los objetivos, ¿qué más te da?
¿Nos ponemos en marcha, o queremos seguir haciendo lo de siempre y por tanto obteniendo lo de siempre?
1 respuesta
[…] Hablemos del uso de las tecnologías para facilitar el trabajo… Cada vez encontramos más artículos en medios españoles que relatan las maravillas del teletrabajo, pero parece ser que en España no […]