Luis Martín Cabiedes: «El fracaso está sobrevalorado»
Este inversor apuesta por las startups en sus etapas de lanzamiento: es, dentro de la jerga económica, un business angel. Los éxitos acumulados con diversos proyectos en Internet le han convertido en uno de los inversores más prestigiosos del panorama español, cuya carrera despegó con Olé y se consolida en cada venta, como la última de Blablacar con la que ha conseguido ganar una suma considerable de dinero. Hoy pilota una conocida startups, Tiendeo, y colabora con más de treinta proyectos, además de seguir con la docencia en el IESE. Su experiencia se palpa en cada respuesta, llena de claros y atractivos ejemplos, reflejo de la seguridad presente a la hora de apostar por sus startups.
¿Por qué solo inviertes en startups y no en empresas con muchos años en el mercado que necesitan reconvertirse para no echar el cierre?
Cada inversor es especialista en una cosa y en una etapa muy concreta. Yo me dedico a esta etapa de las empresas, pero también hay muchas más maneras de invertir e inversores para todas las etapas, igual que hay médicos para todo tipo de edades. Pero aquí me ha ido bien y en ello soy especialista.
Ante dos proyectos similares, ¿por cuál se decanta?
No hay proyectos similares. Pueden partir de la misma idea y parecerán que son lo mismo, pero no lo son porque las personas son distintas; cada equipo es distinto y esto es una pieza clave. Aunque los dos vayamos a montar una peluquería serán diferentes y tendremos distintas facultades para llevarla. Como es lo que marca la diferencia, no habrá dos proyectos iguales nunca.
¿Necesitas referencias del emprendedor antes de apostar por él?
Sí, sin duda, porque estaba apostando por la persona. De la misma forma que para contratar a alguien en una empresa debes tener una referencia, para invertir la necesitamos. Nosotros invertimos en emprendedores de una cierta edad, con una cierta trayectoria que nos permite anticipar qué es lo que va a hacer en el futuro cuando pasen determinadas cosas. Es fundamental que tenga una trayectoria de honestidad y de hacer las cosas bien. Una persona que ha sido capaz de trabajar en equipo, que ha demostrado tener capacidad de trabajo, es fundamental. Todo ello es importante a la hora de saber lo que va a pasar en el futuro.
¿Alguna vez has invertido sabiendo que iba a fracasar el proyecto, porque te lo ha podido el corazón?
No, yo soy un inversor muy racional. Creo que tengo un corazón muy grande para otras cosas, y en algún momento he ido detrás de la persona que no debía, pero nunca con una empresa. Invertir es una decisión totalmente racional y económica.
¿Para ser un buen inversión debes de tener pasión por la incertidumbre?
Pasión por la incertidumbre no tiene nadie. Lo que sí debe haber es tolerancia por la incertidumbre; tienes que ser capaz de gestionarla, de asumirla y de vivir con ella. Es como si le preguntas a un marinero si tiene pasión por las tormentas. Tenemos que aprender a vivir con ello, reconocer que el mundo es incierto y saber jugar.
Te hemos escuchado decir, en algunas entrevista, que el 80% de tus inversiones no llegan a buen fin, mientras que solo el 20% tiene éxito, ¿cuándo es el momento de dejar de apostar por ellas?
Una empresa puede tener dificultades de muchos tipos. Ahora bien: ¿cuándo hay que seguir adelante y cuándo hay que dejarlo? Hay que dejarlo cuando el mercado no responde porque no vas a conseguirlo. Si este no te acepta y te da la espalda es el momento de abandonar. Pero si es receptivo y empieza a aparecer gente que usa tu producto, que lo compra o lo recibe bien, entonces no hay ninguna razón para abandonar. Si una empresa tiene buena respuesta al mercado todo lo demás, como los problemas de equipo, los tecnológicos o económicos, se puede solucionar. Vale la pena intentarlo.
Y, ¿cuándo es el momento de venderla?
Para un inversor todas las empresas están en venta y el mejor momento es cuando nadie quiere venderla y todos quieren comprarla. Es un poco intuitivo pero al final es así, en el mejor momento cuando a nadie se le ocurriría venderla.
¿Qué tiene de atractivo una startup para que tantas empresas quieran comprarlas?
Normalmente tiene una innovación o han descubierto un mercado que las grandes empresas no son capaces de hacer. Por un lado, están las grandes empresas y, por otro, las startups para desarrollar algo que solo saben hacerlo ellos, son mucho mejores. Está claro que los Reyes Católicos nunca pudieron descubrir América, hizo falta un “tio loco” que le vendiese el continente a la Reina.
Para usted, el emprendedor debe tener un promedio de 40 años, con una sólida formación y una larga experiencia profesional. Entonces, ¿por qué se vende la imagen del emprendedor de veinte años con una gran idea que no se le ha ocurrido a nadie antes?
Hay dos razones. La primera es que a Hollywood le gusta más un chaval con capucha de veinte y seis años que revoluciona el mundo, que un señor más bien gordito de cuarenta y cinco años. Lo primero es más atractivo y más sugerente y, por lo tanto, a la gente se le queda más. Por ejemplo, ¿cómo te imaginas a un buen tenista cómo Nadal? Seguramente con un brazo inmenso, con capacidades fuera de lo común y una resistencia increíble, pero Nadal solo hay uno. La persona media que juega al tenis es otra muy distinta. Nos dejamos llevar por los estereotipos. Eso no quiere decir que no haya Steve Jobs o Zuckerberg, pero la media de los emprendedores es otra.
¿Ha debido caer antes de tener éxito en su nuevo proyecto?
No, yo creo que el fracaso está sobrevalorado, es mejor no tenerlo. Creo que no debe estigmatizar a nadie, pero tampoco llegar a ser una medalla. Simplemente es una experiencia más, aunque ahora parece que si no has fracasado no eres nadie. Yo preferiría no haber fracasado. Pero si te pasa, te quedan otras muchas oportunidades para aprender.
Desde mi punto de vista, que un proyecto no salga es parte de ese juego, algunas cosas saldrán y otras no. Es igual que tirar un dado al aire, nadie tiene la culpa de que salga un número u otro. Conozco a emprendedores que han tenido éxito a la primera, muchos a la segunda, otros a la cuarta… Tiene que haber de todo.
Ahora están muy de moda los espacios de Coworking, como el Cubo aquí en Sevilla. ¿No te planteas tener un espacio de Coworking?
¿Ocuparme yo de la luz y del cuarto de baño? No, aunque no me parece mal y creo que los emprendedores están bien juntos, porque si no te sientes como muy solo en la oficina. Creo en el Coworking, pero no es un negocio inmobiliario y al emprendedor le viene muy bien compartir espacio con otros emprendedores, tomar café… Pero yo no me dedico a eso.
¿Se dirige a esos espacios para escoger sus startups? ¿O te encuentran ellas a tí?
Si, yo voy mucho. Por ejemplo, esta mañana he estado en Barcelona Activa toda la mañana y por Google Campus voy menos porque me parece demasiado bueno. Allí le digo a los emprendedores: ¡disfrutad del despacho porque no vais a tener uno así en toda la vida! Tiene gracia que estos emprendedores el primer día de trabajo tengan el mejor despacho que dentro de cinco años. Me siento un poco incómodo en estos sitios porque parece que las grandes corporaciones compiten para ver quién lo pone todo más bonito y con más futbolines. Pero vamos que tampoco no me parece mal, aunque prefiero la austeridad de Barcelona Activa.
¿Tienes también proyectos solidarios?
Si, y son muy importante para mí, pero los tengo en otra ventanilla. Personalmente me gustan los proyectos de educación y le dedico mucho tiempo a eso porque está muy parada la inversión en educación en todos los países y en todos los niveles. Hacemos mucho con ellos sin tener grandes nombres, y le dedico una parte muy importante de lo que obtengo en Internet con startups a ello. Pero son aparte, no tiene nada que ver; una startups es una inversión económica, es como comprar un terreno o un bono.
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