«Todo dispositivo conectado a Internet corre el riesgo de caer en las manos equivocadas»
El Internet de las Cosas es, en pocas palabras, la tecnología capaz de convertir cualquier objeto inerte en inteligente (el “famoso” smart, en inglés), dotándole de una identidad propia (virtual) y la capacidad de comunicarse con los demás. Con esta tecnología ha llegado una nueva era en Internet, la fusión de nuestra realidad física y digital. Es lo que se conoce como la sociedad “ubicua”, término que viene del latín ubique y que significa “en todas partes”. Se trata, en opinión de los expertos, de una tecnología que ha llegado para cambiarlo todo.
Sin embargo, todo dispositivo conectado a internet corre el riesgo de ser objeto de un ciberataque, de caer en las manos equivocadas. Este riesgo puede ser mayor o menor, pero está siempre presente. Dicho así, muchos estarán pensando en el envío masivo de correspondencia electrónica no deseada, en el acceso a nuestras claves privadas o a documentos personales pero, ¿y si hablásemos del acceso a las dosis de insulina o la manipulación de los frenos de un coche? Este es el reto al que se enfrenta el Internet de las Cosas, nuevas formas de cibercrimen, donde lo que podría estar en juego es nuestra propia vida.
Uno de los primeros ataques que se conocen a estos dispositivos inteligentes ocurrió a finales del año 2011, nada más y nada menos que, en la Cámara de Comercio de EE.UU. Los cibercriminales fueron capaces de entrar en los sistemas internos a través de un termostato ubicado en un edificio del Capitolio, accediendo así a numerosos correos electrónicos, notas sobre reuniones internas y documentos mercantiles.
El entorno privado también se ha enfrentado ya a importantes ataques de seguridad en el terreno de Internet de las Cosas. TRENDnet, empresa californiana proveedora de soluciones de videovigilancia, ha vivido momentos muy complicados desde 2012. Tras lanzar un servicio con falsas promesas de seguridad, las grabaciones de más de 700 usuarios acabaron en manos de un hacker, algunas de los cuales (incluyendo bebes y niños) fueron además publicados en Internet. ¿El resultado? Entre otras cosas, una demanda de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos y serios problemas para su reputación que le habrían podido costar la supervivencia.
Para terminar, me gustaría dedicar unas líneas a uno de los ataques que a mí, personalmente, me ha llamado más la atención. En Septiembre del 2014 TheGuardian se hacía eco de un “curioso” ataque de seguridad. Un grupo de cibercriminales habían aprovechado la conectividad de internet de algunos frigoríficos y televisiones (entre otros) para enviar más de 750.000 mensajes “no deseados”.
La empresa de consultoría Gartner calcula una aportación del Internet de las Cosas a la economía mundialde 1.9 billones de dólares parael 2020. Para los que tengan dudas con estos números tan grandes, estamos hablando de 1,9 millones de millones, cifra que subirá hasta los 5,17 billones en 2025. Por todo ello, mientras que las empresas, muchos gobiernos y el mundo académico trabajan para resolver el reto de la cibercriminalidad, el desarrollo del Internet de las Cosas prosigue su camino hacia su despliegue universal.