«La eficiencia empresarial pasa por contribuir»

Daniel Sánchez Reina

¿No te sorprende que en España nos dediquemos a criticar en los bares y en las sobremesas en lugar de plantear nuestras aportaciones en los foros adecuados?

No hablo tan solo de cuestiones políticas, sociales o económicas. Me refiero también, y especialmente, a nuestras empresas.

Hay un montón de talento oculto que circula por los pasillos de nuestras organizaciones, buenas ideas que nunca llegan donde tienen que llegar: a los despachos de los directivos.
Es ahí donde existe la capacidad de ejecutarlas, no en la máquina del café.

Tras poder observar cómo contribuyen otras culturas a la mejora de sus sociedades y empresas, admito que siento una mezcla de ilusión por lo que podríamos ser y desasosiego por lo que no somos.

¿Qué nos ocurre? ¿Estamos anestesiados? ¿Tenemos miedo? ¿Tendremos que esperar unos largos años a que la generación Millenial, no lastrada por un pensamiento sociológico limitante y opresivo, releve a nuestros mandatarios empresariales?

Buceando en nuestra historia, reflexiono sobre 3 posibles motivos de esta parálisis intelectual que nos atenaza:

En primer lugar hubo 2 grandes revoluciones socio-políticas que pusieron fin a la Edad Moderna y dieron paso a la Edad Contemporánea: la Revolución Inglesa del s. XVII y la Revolución Francesa del s. XVIII. Por influencia geopolítica somos hijos de la Revolución Francesa, donde primaba el elemento IGUALDAD como eje vertebrador de la sociedad.  En la inglesa primó el elemento LIBERTAD.
Ambas revoluciones tuvieron sus luces y sus sombras, al igual que su legado, pero es interesante reflexionar sobre sus consecuencias. Ante las injusticias o las disensiones, la cuestión que se plantean los hijos e hijas de la LIBERTAD es ‘en virtud de mis derechos como ciudadano libre, voy a proponer/reclamar ante las autoridades competentes’.
Por el contrario, los hijos e hijas de la IGUALDAD se plantean la cuestión ‘¿acaso me afecta este hecho en mayor medida que al resto de mis conciudadanos?’. Como normalmente la respuesta a esta pregunta suele ser ‘NO’, el inmovilismo está garantizado.

En segundo lugar existe una alta dosis afiliativa en las culturas mediterráneas y latinas, en las que prima ‘llevarse bien con todo el mundo’ en contraposición a ‘defender nuestras tesis’. Posicionarse hace perder adhesiones, y preferimos mantenernos en terreno neutro.

En tercer lugar, la reciente historia de España, en concreto la etapa dictatorial, donde la mezcla de autoritarismo y paternalismo del momento -no olvidemos que el segundo es un caso particular, falsamente dulcificado, del primero- se contagió al tejido empresarial.
El ‘ordeno y mando’ está afortunadamente en proceso de extinción. Pero su sombra es alargada y provoca dos efectos dramáticos en la empresa: el empresario/directivo no pregunta porque no quiere ser cuestionado, y el empleado no propone ni critica porque teme caer en desgracia.
Tú, empleado, ten en cuenta que hoy en día la mayoría de nuestros empresarios y directivos están capacitados y formados para aceptar la crítica y las aportaciones. Es más, la agradecen cuando se expone educada y constructivamente.

Tú, empleador/directivo, ten en cuenta que la mayoría de nuestros trabajadores tienen la misma necesidad que tú de sentirse realizados. Crea un clima abierto donde prime la libertad de exposición, en el que se sientan libres de criticar constructivamente, matizar y proponer. Y recuerda que la palabra respeto no es eso que se cuelga en el apartado ‘Valores’ de tu web. Es lo que tú transmites en tu día a día lo que te define.

Quejarnos por los pasillos y llorar por las esquinas no sirve de nada. Tan solo está justificado en los entornos autoritarios.
¿Es el tuyo un entorno autoritario?
Si lo es, te recomiendo que salgas de ahí en cuanto puedas. Si no lo es, siéntate con tu superior y plantéale tus puntos de vista.

No necesariamente los compartirá ni los incorporará, pero lo que es seguro es que tu valor en la empresa habrá aumentado unos grados. Y también la eficiencia empresarial.

La mejora está en nuestras manos. ¿Nos ponemos a ello?

Daniel Sánchez Reina

Daniel Sánchez Reina

Articulista y colaborador habitual en las secciones de economía y empresa de varias cadenas de radio y revistas especializadas, Daniel Sánchez Reina es coautor del libro El dilema del directivo, donde se aporta guía y criterio a los conflictos más habituales a los que se enfrenta todo profesional con responsabilidad sobre personas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional como ejecutivo en compañías multinacionales. Físico de formación, orientó sus inquietudes hacia la transformación de las empresas en entidades eficientes, ampliando sus conocimientos en ámbitos como la economía, la tecnología, la logística, los recursos humanos y el coaching. Actualmente es cofundador, copropietario y socio ejecutivo de la firma de consultoría Powering the Efficiency, cuya misión es incrementar la productividad de las empresas a través de 3 palancas: la organización y sus procesos, las ventas, y el desarrollo de habilidades directivas y de equipos.

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