Recuperando la magia
– Sigue, sigue si te estoy escuchando, le dijo Luis a su cliente mientras en su cabeza se libraba la segunda guerra mundial entre su conciencia, sus obligaciones y su vida en general.
Sólo le hizo falta un instante para desaparecer de aquel despacho, apenas necesitó un suspiro para dejar de escuchar y pasar al modo automático, sólo un instante para sumirse en sus reflexiones más privadas mientras asentía de forma automática a todo lo que el cliente le decía.
Los ojos de Luis eran de color negro como todos los pensamientos que acudían a su encuentro en aquel intranscendente momento. Un momento ideal para escapar de una queja más sobre el precio o sobre los mil y un tópicos que estaba acostumbrado a oír.
– Más de lo mismo… el mundo seguirá girando cuando este cliente acabe de hablar y yo anotaré una muesca más en mi cinturón, algo que me recordará lo buen comercial que soy y lo artista que hay que ser para saber estar sin estar. Para desaparecer sin dejar rastro en las mismas narices del cliente y… ¡sin que este se de cuenta! ¡Soy Houdini, el rey del escapismo del mundo comercial!
– Sigue, sigue… si te estoy escuchando.
Luis ya no estaba, se había perdido en un mar de problemas que, sin duda, eran mucho más importantes que atender en ese momento a ese cliente que no paraba de repetir lo mismo de siempre.
– El partido de esta noche, lo mal que esta la situación económica, los vaivenes políticos, total, si siempre es lo mismo, cuando no es esto es lo otro. Sólo estamos para estar porque en realidad no hacemos gran cosa.
Los ojos de Luis le delatan… a través de ellos sus clientes no veían nada nuevo. No se sentían escuchados, no se sentían importantes, sólo sentían que eran una muesca más en un cinturón desgastado por los años.
Tras su visita al cliente Luis regresó al coche y masculló con los dientes apretados, un marrón más… una muesca más en el cinturón… maldita soledad del comercial.
¿Quién no se ha sentido identificado con esta situación alguna vez?
Dedicarse a la actividad comercial es una elección que implica soportar situaciones tensas y numerosos inconvenientes pero que también puede llegar a reportar grandes satisfacciones. Sin embargo, hay momentos en que nos podemos llegar a despistar y encontrarnos, como nuestro amigo Luis, sentados en un coche maldiciéndolo básicamente todo.
Son momentos duros en los que sentimos que en general todo va mal. Momentos en los que no nos encontramos con fuerzas para avanzar y donde todo lo hacemos a medias.
Es fácil caer en la monotonía, en el hastío, en una dinámica que realmente no nos lleve a ninguna parte. Y cuando esto pasa… todo el mundo sale perjudicado… ¡empezando por ti!
¿Por qué ir a medio gas? ¿A quién le gustaría vivir solo media vida… perdón…vivir la vida a medias? ¿A quién le gustaría ver su profesión como un regalo, una oportunidad de crecer y de aportar? ¿Quién quiere levantarse por la mañana y sentirse afortunado?
Me figuro que en estos momentos estaréis pensando que todo esto está muy bien pero ¿Cómo se hace? ¿Cómo puedo conseguir recuperar mi motivación? ¿Cómo puedo hacer que la magia vuelva a mí? ¿Cómo puedo volver a levantarme cada mañana con ilusión y la certeza de que va a ser un gran día de ventas?
¡Buenas noticias! Parece ser que la salida a esa situación está principalmente en nuestras manos.
Lo cierto es cada uno busca su camino pero al parecer hay algunas ideas que suelen funcionar bastante bien como motores que aceleran la salida de ese bucle del que a veces somos prisioneros.
Para empezar sería fantástico tener claro cuáles son aquellas acciones que deberíamos evitar, porque de este modo adelantaremos tremendamente nuestra salida de la cueva. Entre ellas están:
- Culpar a los demás de mi situación.
- Sentirnos víctima de las circunstancias.
- Mentirnos con excusas. ¡Ojo! Estas pueden llegar a ser espectaculares. A esto se le suele llamar autoengaño y sus efectos son devastadores.
Una vez que consigamos esto, es decir, que hayamos conseguido frenar estos bajos instintos que no nos llevan a ningún lado, entonces tendremos el terreno abonado y preparado para comenzar a crecer.
Es el momento de:
Volver a enamorarse
¿Cómo? ¡Sí! Enamórate de nuevo de tu profesión. Cree en ella y desarróllala a tu antojo. Escúlpela con cada cliente. Aprende a disfrutar de ella. No hay nada que venda más que observar como una persona disfruta al realizar su trabajo. ¡Todo el mundo compra eso!
Ser humilde
Sólo se puede mejorar cuando se es consciente de que se puede mejorar. Recuerda que hoy no somos más que un proyecto de la persona en la que nos podemos llegar a convertir mañana. Pule tu estilo día a día. Analízate tras cada cliente y selecciona áreas de mejora.
Ser exigente con uno mismo
No te dejes ir, tú eres el arquitecto de tu propio futuro. Tú lo sueñas, tú lo diseñas y tú lo ejecutas. Se crítico contigo mismo, aprieta los dientes y a por ello. Trabaja duro sin mirar a los demás, simplemente da lo mejor de ti.
Respirar profundo y sonreír
Esto es especialmente importante. Numerosos estudios han concretado que las personas no sonríen porque son felices sino que son felices porque sonríen. La sonrisa es contagiosa y tiene numerosos efectos terapéuticos. Y ya puestos aprendamos a reírnos de nosotros mismos y verás cómo cambiamos el enfoque de todo lo que nos rodea (guiño).
¡No te hagas un lío!
Recuerda que la experiencia no es un conjunto de muescas en un cinturón, sino el desarrollo de una conciencia clara conseguida a través de la práctica sobre lo que funciona y lo que no. Práctica, análisis, corrección y repetición hacen la perfección.
¡Ánimo y fuerza!
Gracias por vuestro tiempo