¿Qué es eso de la muerte emocional?
El ser humano puede enfrentarse a lo largo de su existencia a dos grandes tipos de muerte: la física y la emocional. Mientras que de la primera no podemos librarnos ninguno, de la emocional sí. Y en este sentido, ¿qué podemos hacer para evitarla?
Lo cierto es que nuestra ignorancia emocional es casi total y lo que sabemos sobre las emociones lo aprendemos más por mera experiencia e intuición en la vida, que porque alguien nos lo haya explicado mínimamente y lo tengamos claro conceptualmente.
Sea como fuere, esta circunstancia debiera de abordarse desde nuestro sistema educativo porque el no saber cómo controlar las emociones negativas como el miedo, la ansiedad, la tristeza, la ira… tiene un alto impacto sobre nuestro potencial profesional y personal, sobre nuestras capacidades y que condiciona en gran medida nuestros comportamientos. Pero es que, no en vano, en España hay seis millones de personas con una enfermedad emocional como la depresión y se prevé que para el 2020 los trastornos de ésta y los de la ansiedad sean las principales causas de enfermedad en el mundo.
Las personas no podemos vivir sin emociones ni tampoco podemos lograr una calidad de vida plena sin tener salud emocional. Por tanto, conviene saber que desde la infancia estamos condicionados por las nuestras propias y expuestos a ser impactados por las emociones de los demás, y que necesitamos tener una mínima información al respecto para crecer sin emociones negativas, las realmente dañinas y que pueden llegar a causarnos la muerte emocional con el paso del tiempo, si no sabemos cómo defendernos de ellas.
Y es que cuando una persona tiene emociones positivas y las sabes canalizar es capaz de lograr lo que se proponga con mayor facilidad porque sabe elegir las circunstancias, las personas y los entornos que le son más beneficiosos para poder lograr sus objetivos.
Afortunadamente, quedaron muy atrás los planteamientos cartesianos que apostaban más por el raciocinio que por la emoción. Y otros como que las personas inteligentes son las que tienen una alto coeficiente de inteligencia y que, gracias a el gran Daniel Goleman, hemos sabido que no es así, puesto que existen personas inteligentes emocionales cuyas capacidades las hacen tan competitivas a las otras, con habilidades como la empatía.
En toda esta culturización emocional de mínimos, la receta se podría simplificar diciendo que es necesario conocerse bien, tener claros nuestros puntos fuertes y saber rechazar todo aquello que no nos va ayudar a ser mejores personas. Y en este último sentido remarco lo de ser selectivos con las relaciones que tengamos y los entornos en los que nos desenvolvamos, porque la suma de todo ello nos ayudará a evitar la muerte emocional, que es la que nos condena a vivir sin ilusiones.
Y para empezar por algún lado, creo que es bueno hacerlo diciendo hoy NO a todo lo tóxico que hay en vuestra vida, ¿no creéis?