Juan P. Sánchez: «Todavía prima el racionalismo en la cultura y los estilos de liderazgo»
Hace años, Juan Pedro Sánchez, especialista en Salud Ocupacional Positiva e Inteligencia Emocional, dió un cambio en su vida para emprender su «reinvención» profesional. En su último libro «La palanca del éxito» (Kolima, 2016), que acaba de publicar, relata cómo necesitamos conocer y controlar las emociones para seguir progresando tanto a nivel personal como profesional.
Hoy, se dedica a facilitar el desarrollo de la inteligencia emocional de personas y organizaciones como base de un liderazgo y autoliderazgo saludable, así como a acompañar el desarrollo de organizaciones saludables, positivas y rentables.
“La palanca del éxito” es el resultado del cambio que experimentó su propio autor para reinventarse profesionalmente; en la primera parte del libro aclaras que esta reinvención llegará después de un conocimiento profundo de nosotros mismos. ¿Son las emociones nuestra brújula personal que guía nuestro futuro y éxito laboral?
Las emociones son fundamentales para conocernos porque nos envían constantemente una excelente información sobre nuestra forma de ver el mundo, nuestros intereses y valores. Es imprescindible tenerlas en cuenta para tener verdadero éxito (objetivos que decidamos nosotros, no los demás) en la vida personal y profesional, aunque no debemos olvidar incluir la razón también en la fórmula. Ya que la inteligencia emocional es una combinación equilibrada de razón y emoción a la hora de procesar información y tomar decisiones.
Durante tus inicios como psicólogo de las organizaciones realizaste entrevistas a empresas para conocer su realidad, sus necesidades o problemáticas. ¿Goza de buena salud nuestra cultura empresarial?
Por suerte o por desgracia todavía tenemos mucho margen de mejora en ese sentido. Todavía prima el “racionalismo” en la cultura y los estilos de liderazgo, aunque estamos mejorando poco a poco. El proceso de adaptación a culturas emocionalmente inteligentes es lento porque supone romper fuertes paradigmas que hasta ahora eran válidos, como por ejemplo que en trabajos mecánicos o físicos con entornos estables y predecibles no era necesario tener en cuenta las emociones. Sin embargo, el nuevo mercado laboral y empresarial caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, exigen gestionar personas de otro modo, con culturas y estilos de liderazgo orientados de forma equilibrada tanto a resultados como a personas. Para ello se necesitan directivos y mandos intermedios con habilidades soft que, paradójicamente, ahora son habilidades hard.
¿Se puede decir que una persona inteligente emocionalmente es más resiliente? ¿La colaboración entre los trabajadores de una empresa es fundamental para superar los problemas?
Perfectamente. La resiliencia es una competencia que tiene entre sus antecedentes las emociones positivas y las relaciones saludables, algo que a su vez forma parte de los pilares de la inteligencia emocional.
La inteligencia colectiva es inmensamente más eficaz que la individual, de forma que el trabajo en equipo, la empatía y la colaboración son básicas en la época actual.
A todas horas somos bombardeados con publicidad de empresas que nos animan a utilizar diferentes herramienta para ser más productivo, cuándo la base de nuestra productividad está en nosotros mismos. ¿Cómo desarrollamos o potenciamos nuestra inteligencia emocional?
Es cierto que las herramientas sin un mínimo de autoconocimiento y autoconsciencia no sirven de mucho, pero hay que admitir que una vez iniciado el tránsito hacia nuestro interior estas herramientas (tecnológicas a menudo) nos pueden ayudar a ser más productivos.
Para desarrollar nuestra inteligencia emocional, el primer paso es ser consciente de que supone un salto cualitativo en bienestar y productividad, y querer incorporar a nuestra agenda actividades como mindfulness, ejercicio físico y un autorregistro de situaciones en las que nos activamos emocionalmente que nos permita analizar a posteriori nuestro perfil emocional. Ello nos irá proporcionando abundante información que nos ayudará a potenciar nuestras competencias socio-emocionales.
Entonces, ¿podemos ser más productivos con mayor inteligencia emocional que con un mayor coeficiente intelectual?
Por supuesto. A mayor inteligencia emocional, mejor gestión de las emociones. Esto redunda en un uso y regulación emocional a nuestro favor. Podemos llegar a modular nuestras emociones en función de la tarea que tenemos por delante, de forma que facilite el pensamiento analítico o, según nos interese, el pensamiento lateral o divergente para ampliar el rango de posibilidades de abordar un proyecto o colaboración, por ejemplo. También podemos generar climas más productivos en nuestros equipos, con menos conflictos (y si surgen tener recursos para solucionarlos antes), mayor cohesión y orgullo de pertenencia.
Otras de las razones por las que tenemos que potenciar nuestra inteligencia emocional es para enfrentarnos con éxito a una entrevista de trabajo. ¿Hacen los reclutadores preguntas enfocadas a conocernos emocionalmente?
Yo no me dedico habitualmente a realizar procesos de selección de personas pero colaboro con otros expertos que sí lo hacen como Víctor Candel e Isabel Iglesias, de Etrania. Es cierto que, especialmente cuando se trata de seleccionar mandos intermedios y directivos, sí se evalúan competencias socio-emocionales (autorregulación, autocontrol, automotivación, empatía, gestión de las relaciones), aunque también es verdad que el porcentaje es bajo ya que solo solicitan este tipo de competencias las empresas de tamaño medio-grande.
¿Pueden ser las empresas inteligente emocionalmente? ¿Conectan mejor con sus clientes?
Las empresas pueden ser emocionalmente inteligente, por supuesto. Para ello, es necesario que lo sean sus equipos de trabajo, especialmente, el equipo directivo. La inteligencia emocional grupal es superior a la mera suma o agregación de las inteligencias emocionales individuales, ya que surge de la interacción entre los miembros del equipo. De hecho ya disponemos de instrumentos validados para medir la inteligencia emocional grupal en las organizaciones.
Las organizaciones emocionalmente inteligentes tienen competencias derivadas de la inteligencia emocional individual, como es mayor empatía y gestión de las relaciones con clientes, por lo que conectan mucho mejor con ellos al tener mayor consciencia a la hora de comprender sus necesidades y expectativas.
Muchísimas gracias por la entrevista, de verdad. He disfrutado mucho contestando vuestras preguntas.